La patria esta en Peligo *por Gustavo Gordillo
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La Patria en Peligro
“La Patria está en peligro” fue una de las consignas que más sonó para este 25 de mayo. A algunos puede parecerles algo exagerada. Pues no.
Porque “la idea” de patria –que tomaba forma real un día como este, hace 208 años- no se refiere al territorio sino la “relación” que tenemos con él.
Los recuerdos comunes, la historia, el amor, la proyección a un futuro colectivo, son los lazos de pertenencia que definen esa relación.
Y no es casual ni anecdótico que el actual presidente, en su asunción, haya evitado jurar por la patria.
Como no es casual ni anecdótico que el único “acto oficial” de la actual administración haya sido el obligatorio Tedeum. Ni lo es que el arzobispo Mario Poli le haya encajado una homilía repleta de conceptos como “justicia redistributiva”, recordándole que “en la Argentina no sobra nadie”, haciendo mención a “la indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres”, llamando a recuperar la “memoria histórica del país”, ante la impávida y acorazada hipocresía del presidente, su esposa y los miembros de su gabinete, minúsculos concurrentes ante la enormidad vacía de la catedral acorazada de vallas anti muchedumbres. "Son palabras sabias que tomamos en cuenta y compartimos", propaló el más que cínico jefe de Gabinete, sobre la admonición del arzobispo.
Porque no les entran balas a estos muchachos.
No los conmueve una homilía como no los conmueve el espíritu de la tierra –en absoluta consonancia con las palabras del arzobispo- que se puso en movimiento a lo largo de toda la avenida 9 de julio.
Para estos “cruzados del asfalto” ni el dolor, ni la miseria, ni la historia, ni la sangre y la memoria de tantos argentinos tiene el menor valor.
Hoy el pueblo argentino volvió a dar muestra de su “desacuerdo” respecto de los motivos que animan a este gobierno. Pero es un gobierno que no acusa recibo. Porque no le importa.
Porque el millón de almas que rugía en las calles no son el objeto de sus políticas: su único objeto es asegurar los negocios entre los más ricos de la tierra, ofreciendo en sacrificio aquello a lo que menos valor le asignan: precisamente, la patria.
Por eso no es cierto que –tal como propalan los cínicos, los comprados y los temerosos- “si al gobierno le va bien nos va bien a todos”: si “al gobierno le va bien” perdemos todos.
Lejos ya de las promesas y mentiras de campaña de 2015, estos esbirros del capital internacional han demostrado largamente cuáles son sus objetivos, sus valores y sus intereses. Ninguno de ellos coincide –ni roza- los de los millones de argentinos que soportamos sus políticas.
Así lo manifestó el pueblo que inundó la 9 de julio y así lo desea manifestar en las urnas: sólo falta deponer las ambiciones personales, los negocios particulares y la “propensión a la obediencia” que parece afectar a algunos autoproclamados opositores para quienes “la patria ya se realizó y fue derogada”.
Porque para el peronismo, para el proto-peronismo de F.O.R.J.A., para el neo-peronismo de Néstor y Cristina y para todo el campo nacional y popular, la patria es esa niña que está en su cuna.
Y, tal cual lo advirtiera José de San Martín “cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.
Gustavo Gordillo
“La Patria está en peligro” fue una de las consignas que más sonó para este 25 de mayo. A algunos puede parecerles algo exagerada. Pues no.
Porque “la idea” de patria –que tomaba forma real un día como este, hace 208 años- no se refiere al territorio sino la “relación” que tenemos con él.
Los recuerdos comunes, la historia, el amor, la proyección a un futuro colectivo, son los lazos de pertenencia que definen esa relación.
Y no es casual ni anecdótico que el actual presidente, en su asunción, haya evitado jurar por la patria.
Como no es casual ni anecdótico que el único “acto oficial” de la actual administración haya sido el obligatorio Tedeum. Ni lo es que el arzobispo Mario Poli le haya encajado una homilía repleta de conceptos como “justicia redistributiva”, recordándole que “en la Argentina no sobra nadie”, haciendo mención a “la indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres”, llamando a recuperar la “memoria histórica del país”, ante la impávida y acorazada hipocresía del presidente, su esposa y los miembros de su gabinete, minúsculos concurrentes ante la enormidad vacía de la catedral acorazada de vallas anti muchedumbres. "Son palabras sabias que tomamos en cuenta y compartimos", propaló el más que cínico jefe de Gabinete, sobre la admonición del arzobispo.
Porque no les entran balas a estos muchachos.
No los conmueve una homilía como no los conmueve el espíritu de la tierra –en absoluta consonancia con las palabras del arzobispo- que se puso en movimiento a lo largo de toda la avenida 9 de julio.
Para estos “cruzados del asfalto” ni el dolor, ni la miseria, ni la historia, ni la sangre y la memoria de tantos argentinos tiene el menor valor.
Hoy el pueblo argentino volvió a dar muestra de su “desacuerdo” respecto de los motivos que animan a este gobierno. Pero es un gobierno que no acusa recibo. Porque no le importa.
Porque el millón de almas que rugía en las calles no son el objeto de sus políticas: su único objeto es asegurar los negocios entre los más ricos de la tierra, ofreciendo en sacrificio aquello a lo que menos valor le asignan: precisamente, la patria.
Por eso no es cierto que –tal como propalan los cínicos, los comprados y los temerosos- “si al gobierno le va bien nos va bien a todos”: si “al gobierno le va bien” perdemos todos.
Lejos ya de las promesas y mentiras de campaña de 2015, estos esbirros del capital internacional han demostrado largamente cuáles son sus objetivos, sus valores y sus intereses. Ninguno de ellos coincide –ni roza- los de los millones de argentinos que soportamos sus políticas.
Así lo manifestó el pueblo que inundó la 9 de julio y así lo desea manifestar en las urnas: sólo falta deponer las ambiciones personales, los negocios particulares y la “propensión a la obediencia” que parece afectar a algunos autoproclamados opositores para quienes “la patria ya se realizó y fue derogada”.
Porque para el peronismo, para el proto-peronismo de F.O.R.J.A., para el neo-peronismo de Néstor y Cristina y para todo el campo nacional y popular, la patria es esa niña que está en su cuna.
Y, tal cual lo advirtiera José de San Martín “cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.
Gustavo Gordillo
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