24 DE AGOSTO DE 1977: DESAPARECE MARÍA CRISTINA BIENPOSTO

*por Daniel Chiarenza

Sus compañeros recordamos aquella cara angelical de niña desaparecida, tal vez ultrajada,
torturada y seguramente que asesinada por esa perra dictadura, aún sigue siendo un puñal
que se nos clava en el alma. La participación de Cristina en Montoneros debe haber sido, de
vez en cuando tirar un panfleto en la Facultad, o distribuir entre algunos compañeros la
revista para la militancia "Evita Montonera", no creo que supiera lo que era un arma (y
aunque lo hubiera sabido, en una encrucijada dramática tan desigual... valía defenderse. No
lo consiguió, como otros 30.000 más). “Recuperar a quienes desaparecieron no es sólo dar
con sus restos, saber dónde los dejaron. Es recuperar quiénes fueron. Porque esos restos
corresponden a alguien que estudiaba, trabajaba, era hijo o hermano o padre o amigo, era
una persona que creía en una sociedad distinta porque sabía-conocía lo que estaba
sucediendo y lo que sobrevendría”. Mónica Oporto. Voy a tratar de aquietar por unos
instantes el dolor que me embarga al escribir esta nota, que nunca hubiese querido escribir,
pero resultó muy importante el aliento de mi compañera esposa Mónica que tuvo una
experiencia similar con un compañero desaparecido. María Cristina nació un 22 de abril de
1956. Realizó la primaria en la Escuela Nº 38 de Lomas de Zamora, donde egresó en 1968.
Con Cristina, sin saberlo, vivíamos a poco más de diez cuadras de distancia en Lomas de
Zamora; ella vivía en Pereyra Lucena 2537 y sus padres eran Carlos y María Edith (Edita)
Bienposto. En casa, cuando decidieron cuál iba a ser mi escuela secundaria, por una mezcla
interesante de razones ideológicas –mi padre, músico marxista; mi madre peronista evitista-
eligieron el Instituto Lomas de Zamora, un caso extraño de ser la primera Cooperativa de
trabajo, dedicada a la educación en la provincia de Buenos Aires –desde 1953- y por lo tanto
consecuente con una ideología de base socialista. Además protagonista de luchas
imperecederas en la mitología del colegio. Y allí la conocí a Cristina. Ambos, a los 12 años
llenábamos nuestra solicitud de ingreso al Instituto Lomas, aunque –por una cuadra- de la
localidad de Temperley. Nos ubicaron en 1º 1ª, sección comercial, año 1969. Mis recuerdos
retornan a cuando ya cursábamos 4º año, y todos nos cargábamos; los varones más
tímidos, las chicas más desfachatadas; no obstante a aquella piba que por la transparencia
de sus ojos claros se le podía adivinar un alma inmaculada, solidaria con los problemas de
los demás. Los varones, con un dejo de ingenua picardía, le llamábamos “las cristinas”
debido a que tenía un inocultable busto prominente. Ella respondía, sonriendo, “¡Chanta,
chanta!”. Para esa época nosotros, varones, éramos pendejos insolentes y en cambio ellas
compartían secretos en los que adivinábamos a sus parejas que, comparándonos, ya eran
hombres. A los 16 años entre ambos sexos hay una diferencia notable de desarrollo
biológico, en que la madurez de las pibas se imponía sobre nuestra boludez masturbatoria.
Tuvimos un profesor de física que después pasó a ser prácticamente de “sociales”; el tipo
más inteligente que conocí en mi vida, Gerardo Pousadela que, con los años todos
sindicaban como uno de los fundadores de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas). Vuelvo a
Cristina y recuerdo una conversación que tuvimos en ese año 1972, ya los pibes
comenzaban a politizarse y yo me identificaba como peronista porque estaba contento por la
suerte corrida por “el presidente que dormía” mientras sus esbirros fusilaban. En cambio “las
cristinas” se manifestó como socialista, pero socialdemócrata, diciendo “porque, ojo, si en
Rusia no sos comunista ¡cagaste!”, como presagiando cuál iba a ser su evolución política y
su inmerecido final. Y llegó 1973, con nuestros 17 años. En un primer momento todos nos
sentimos contentos en los días posteriores a aquel 11 de marzo en que le mostrábamos
desafiantes a la “gorila” de Instrucción Cívica la tapa de los diarios, donde
contundentemente decían que la gente aluvionalmente votaba “tiranías” (como ella nos
decía, aprovechándose de su mal llevada profesión, era una abogada burguesa y frustrada),
y la pobre profe miraba con cara de espanto. No sé por qué intuitiva cuestión después de la
renuncia de Cámpora, nos afiliamos –junto a Cristina- a la federación juvenil comunista (la
“Fede”), en lugar de estar firmes en la UES. Comenzamos a concurrir los sábados al colegio
y con “Pousa” (el profe de física al que mencioné) estudiábamos los libros de Abelardo
Ramos: Revolución y contrarrevolución en la Argentina. Pousa me chicaneaba como loco,
me preguntaba qué hacía el partido comunista el 17 de Octubre y qué hacíamos junto a
Braden en la unión democrática, como opositores a Perón. Yo, desde mi inexperiencia e
ignorancia política le contestaba: “¿Por qué no podía triunfar el ala izquierda de la unión
democrática?” y él me respondía riéndose como loco “¿Izquierda con Tamborini y Mosca?,jua, jua…”. No obstante aún no estábamos convencidos. Ese año, de todos modos fue
fabuloso para nuestro crecimiento. Otro profesor, Darío de matemática (obviamente amigo
de Pousa y peronista hasta el tuétano) nos consiguió una entrevista con Coral –del partido
socialista de los trabajadores, a quien atribuían ser sobrino de Palacios-; me viene a la
mente la batería de preguntas que le hicimos la decena de jóvenes que estábamos en ese
departamento, mientras él nos contestaba que “trabajaba de revolucionario y lo mantenía su
mujer que era maestra”. Pero, Coral advirtió enseguida que quien mejor preguntaba y
ciertamente lo ponía en apuros era Cristina, tal es así que ponderó su condición de ser “la
más inteligente” delante de todos. Esto preanunciaba la vocación de Cristina, pues ese año
pasaron por nuestra aulas, promocionando las carreras, los alumnos de la flamante
Universidad Nacional y Popular de Lomas de Zamora. Enseguida Cristina se interesó por
“Periodismo y comunicación social”. Cuando debía definirse la candidatura que propiciaba el
PC para las elecciones de septiembre del ´73, éste convocó a un congreso en el Luna Park
bajo el lema “Por la patria liberada, en marcha al socialismo” y se definieron por Perón justo
en el momento que viraba indisimuladamente hacia el lopezrreguismo, tal vez les había
quedado algún complejo del ´45. Era 24 de agosto, concurrimos con Cristina, sin imaginar lo
que a ella le deparaba el destino ¡qué justo, justo, cuatro años después iba a desaparecer!
Después vino lo de Allende, fuimos a la movilización contra el golpe pinochetista, cada vez
nos fogueábamos más en la unificación en la izquierda de las juventudes políticas y
coincidíamos en que a “Allende no se lo llora, a Allende se lo venga con la sangre
explotadora”. Recordaré toda mi vida cuando volvíamos del funeral cívico de aquel gran
chileno, en el 37, todos acurrucados dormitando inocentemente en el asiento del fondo del
colectivo. En enero de 1974, un grupo pequeño de egresados del Instituto Lomas fuimos a
Mar del Plata. Por supuesto que estaba Cristina, acompañada por su hermano Juan Carlos.
El compañero Franco, vecino de Cristina, debió volverse a Lomas, pues su padre había
fallecido repentinamente. Cuando volvimos, egresados y todo, seguimos concurriendo a
capacitarnos los sábados al Instituto Lomas. Uno de esos días, en total coincidencia con
Cristina, saliendo de la reunión parece que habíamos comprendido el mensaje y quemamos
-ante el aplauso y las risas de los otros compañeros- los “carnés" de afiliación a la Fede. Y
así la vida nos llevó a distintos lugares. Cristina, cada vez más alejada del grupo, a militar en
la JUP de Lomas de Zamora, donde se decía que era la pareja del joven peronista
presidente del centro de estudiantes. Mientras tanto, para poder solventar sus estudios, la
inolvidable compañera trabajaba de operaria en una fábrica. Y yo, coincidentemente, con mi
militancia en la JUP de la facultad de Derecho de la UBA. Vino la tenebrosa dictadura cívico-
militar, a mí me halló haciendo la colimba en la Marina. Un día, nos enteramos por Franco
–que ya dijimos que vivía cerca de su casa- que Cristina había sido secuestrada y estaba
desaparecida. Su mamá –porque creo que al padre ya lo había perdido- “Edita”, estaba
enloquecida, como las demás madres. Su hermano, también –dicen- extraviado en sus
facultades mentales, un día fue a cruzar la calle distraído en sus alienados pensamientos y
lo “aplastó un colectivo” (aún nos preguntamos ¿habrá sido un accidente o algo
intencional?). Cristina fue una persona que creyó que podía luchar contra un sistema que
trituró a una generación. Siendo, yo Daniel, a principios de los ´90 director del turno mañana
del Instituto Lomas, me llamó “Edita” para pedirme vacante para una hija que había
adoptado por aquel tiempo, como queriendo, en parte, reemplazar a sus hijos. La piba tenía
15 años –nunca vino al colegio-, estaba embarazada de un hombre grande; se fue dejando
sola nuevamente a Edita. Al poco tiempo la última sobreviviente de esta familia con destino
trágico (Edita), fue encontrada muerta en su casa dentro de una bolsa de consorcio,
aparentemente fue un robo con posterior asesinato. El 24 de marzo de 2006, al cumplirse
treinta años del macabro golpe de Estado, por iniciativa del director Héctor Marrese,
descubrimos tres placas en el Instituto Lomas de Zamora: una para Cristina Bienposto, otra
para Oscar Alajarín y la tercera para Guillermo Savloff, quien había sido director del turno
noche, pero no había desaparecido directamente, lo mató la funesta Triple A. Cristina fue
vista en el centro clandestino de detención “Casa del Cilindro” en 1977. Nº CONADEP:
5851; Declaración Nº: 1824, Testimonio Nº: 01131.
Enlace sugerido: http://maria-cristina-bienposto.blogspot.com/2008/

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