2 DE SEPTIEMBRE DE 1971: HÉCTOR CABANILLAS SOLICITA A LAS AUTORIDADES DEL CEMENTERIO DE MILÁN LA EXHUMACIÓN DEL CADÁVER DE MARÍA MAGGI (EVA DUARTE DE PERÓN).


En la noche del 22 de diciembre de 1955, un grupo de militares a las órdenes del teniente coronel Carlos Eugenio Moori-Koening -jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército- y el mayor Eduardo Antonio Arandía, secuestraron el cadáver de Evita de la sede de la CGT, no sin antes escuchar la airada protesta del médico que la había embalsamado, el doctor Pedro Ara.
Con mucha ironía los militares le regalaron el escudo justicialista que Evita tenía prendido en su pecho y el rosario que Pío XII obsequiara a Eva Perón en su visita vaticana.
El cadáver fue “paseado” por varios lugares en un camión del Regimiento I de Infantería de Marina para estacionarse, primero, en Viamonte y Rodríguez Peña y luego en Riobamba y Tucumán. En alguno de aquellos siniestros sitios el cadáversufrió distintos tipos de vejaciones y mutilaciones por parte de dichos militares.
En los primeros días de 1956 se lo llevaron a un depósito que el SIE (Servicio de
 nteligencia del Ejército) tenía en Sucre 1835 en el barrio porteño de Belgrano, para arribar a la casa del mayor Arandía dentro de una caja de embalaje.
Una madrugada, el militar (que vivía angustiado y dormía sobresaltado), al escuchar ruidos en la oscuridad, descargó su arma reglamentaria contra una sombra que se desplomó…
había matado a su esposa embarazada.
Al día siguiente se trasladó el féretro al SIDE (Servicio de Inteligencia del Estado) ubicado en Callao y Viamonte, donde estuvo mezclado con otros cajones, hasta que lo llevaron al despacho del jefe de los Servicios de Informaciones, el coronel Héctor E. Cabanillas, reemplazante de Moori-Koening. Éste comunicó la novedad al dictador Aramburu quien ordenó al capitán de navío Francisco Manrique, jefe de la Casa Militar de la Presidencia,
darle cristiana sepultura a Eva Perón.
Junto al coronel Cabanillas, el marino ideó dos operativos: uno, la “Misión Europa” (Bruselas, Bonn, Roma) a cargo del teniente coronel Gustavo Ortiz y el otro, la “Misión África del Sur” encomendada al coronel Hamilton Díaz.
Finalmente, la decisión fue llevarla a Italia, así que en septiembre o en octubre de 1956, el cadáver fue puesto en un ataúd y trasladado nuevamente, primero a Roma y luego a Milán, donde se la inhumó en la necrópolis de esta ciudad.
Durante la última etapa del viaje, el cuerpo fue acompañado por una hermana lega de la sociedad de San Pablo, a quien se le dijo que el cadáver pertenecía a una viuda italiana de nombre María Maggi de Magistris, quien acababa de morir en la ciudad de Rosario, Argentina. Bajo ese nombre, Evita fue enterrada en la parcela 86 del cementerio Mussocco de Milán, y allí permaneció por espacio de 15 años.
Ya en la década del '70, el teniente general Alejandro Lanusse, uno de los pocos
encumbrados oficiales que conocían la verdad sobre la desaparición, organizó las cosas para que el cadáver de Eva Duarte fuera devuelto a su esposo.
Quiso la providencia que Héctor Cabanillas, el mismo oficial que en 1956 –junto a “Paco” Manrique- instrumentara el operativo Europa, fuera el designado para devolver los restos de Evita al general Juan Domingo Perón.
El jueves 2 de septiembre, Perón es informado que el féretro está en camino a Madrid.
Al día siguiente, en horas de la noche –escoltado de patrulleros-, el pequeño cortejo llegó a Puerta de Hierro. El cajón fue ubicado en el living donde estaba esperándolo Perón, que ahora tenía 74 años y estaba acompañado por su nueva esposa Isabel, el doctor Ara, Paladino, el embajador Rojas Silveyra, López Rega y dos sacerdotes.
El féretro fue colocado en el salón, y Cabanillas abrió la tapa. Se dice que Perón rompió en lágrimas y dijo "No está muerta, sólo está durmiendo”. El cuerpo estaba intacto a excepción de un pequeño aplastamiento en la nariz, que el doctor Ara a los pocos días pudo reparar.
Mientras tanto, aquella “juventud maravillosa” cantaba por las calles de Argentina: “Con los huesos de Aramburu, con los huesos de Aramburu, vamo´ a hacer una escalera, vamo´ a hacer una escalera, para que baje del cieeelo… Nuestra Evita montonera”. Cuestiones de
época y contexto.

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